Cuando nuestros
niños van creciendo, llega un momento que todos disfrutamos mucho, a veces no lo entendemos, pero es mágico y
maravilloso. Se trata de la etapa de adquisición del lenguaje. Escucharlos
hablar a media lengua, intentando hacerse entender es todo un espectáculo que
cualquier adulto disfruta, se goza totalmente, en ocasiones es difícil traducir
esas palabras que son como en idioma “niño-ñol” (idioma español de niño), al
español tradicional que todos conocemos. Como sea, es mágico este momento!
Luego
comprendemos que de la mano de este proceso hermoso, ellos empiezan a repetir
como “loros mojados” (realmente no se si los loros cuando están mojados hablan
mucho…) y cada cosa que escuchan la repiten. Hasta allí todo va bien y normal,
PERO… aparecen casi inevitablemente esas palabras que nadie quiere escucharlos
decir a ellos. La excusa que tenemos es que a ellos no se les oye bien, que eso
es feo y en fin… muchas otras cosas…
Aparecen los
padres escandalizados, con los ojos abiertos y presentando justificaciones a
sus hijos sobre por qué no decir palabrotas, y muchos intentos parecen
infructuosos… Es apenas lógico que ellos, independientes, descubriendo el
lenguaje, observando reacciones, etc., decidan seguir repitiendo las palabrotas
que sus padres les piden que NO digan, pues es una muestra de libertad, de autonomía
y también de rebeldía natural a esa edad.
¿Qué hacer
entonces???
Con todo el amor
del mundo, y antes que nada, te sugiero que respires tranquilo y entiendas ESO
TAMBIÉN PASARÁ! Ellos crecerán y ya el gusto por decir palabrotas se va a
agotar, claro, depende de ti que ese paso sea rápido o muy leeeento. Si tu eres
un adulto que usa palabrotas usualmente, es poco probable que tus hijos pasen
rápido por esta etapa; al contrario, se van a quedar allí, aunque supongo que
si tu usas palabrotas, no tendrás problema con que tus hijos las usen, cierto? Si
no eres tu, entonces observa a las personas que se relacionan con tu hijo, y
reconoce de quién puede copiar y aprender a decir estas palabras.
Por otro lado
está la reacción; en este sentido, tengo que decirte que aquello de
distorsionar la palabra (fruta? Quieres fruta?) no funciona. Ellos sonríen y
saben que estás haciéndote el disimulado! Recuerda que son niños, no bobos!
Tampoco funciona el regaño o la advertencia de que no debe usarla más, a menos
de que tu hijo tema una terrible sanción o castigo, pues ellos se preguntarán ¿Y
por qué no podré decirla? Intuyendo que algo malo se genera en ti cuando la
pronuncia y entonces la guarda para utilizarla cuando más te duele…
Por supuesto, reírse
y celebrar es otra opción no recomendada por mi… a ellos les gusta que se haga
fiesta y van a hacerlo muchas veces…
Con todo el amor
y desde mi experiencia, es sano, respetuoso y sabio, hablar con naturalidad… si
para ti no es agradable que tu hijo diga las palabrotas, entonces:
1. No las digas tu!
2. Explica a tu hijo que esa
palabra no es bonita, que ofende y lastima el corazón de las personas, y que es
mejor no usarla para no lastimar a nadie, además que el corazón de las personas
es bueno y no hay por qué decirles cosas feas.
3. Se insistente y persistente con
mucha PACIENCIA en lo que le estás pidiendo y diciendo, amorosamente hasta que
él logre tomar un poquito de consciencia y deje de hacerlo.
4. No creo que un
plan de premios sea lo más apropiado, pues ellos no deben acostumbrarse a
recibir un premio por no decir algo que
naturalmente no es bonito y es ofensivo…
Finalmente, la
esencia de todo este asunto de las groserías, es que los niños aprendan a respetar
y a observar a cada ser como es, sin ponerle otros calificativos enjuiciadores,
y ese es el objetivo principal cuando se intenta avanzar por esta etapa de las
palabrotas, entonces allí también caben las ofensas, los apodos, los
calificativos despectivos que les suelen poner algunos niños a otros, y claro,
también algunos adultos…
Recuerda que
esta es mi experiencia y mi aprendizaje en mi recorrido como madre, educadora y
terapeuta, si te sirve, entonces tómalo, y si no te sirve, déjalo ir!
Con amor,
LUZ NERY CORTÉS
G.
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Educadora/terapeuta
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