lunes, 5 de diciembre de 2016

¿EL NIÑO DIOS EXISTE?

Llegó diciembre, época de alegría y felicidad, y por supuesto, la Navidad, acontecimiento que da pie para hablar de la pregunta que muchos niños hacen y que los padres por lo general, esperan y reciben aterradoramente… Papá, mamá, ¿EL NIÑO DIOS EXISTE?

                  

No solo es esa pregunta, hay muchas en torno al tema…
-          ¿Papá Noel existe?
-         El niño Dios (o papá Noel o santa), cómo saben qué quiero yo? Y de dónde saca el dinero?
-          Cómo hace para traer los regalos hasta mi casa?

Y muchas otras preguntas que cuando se descubren de verdad, hacen que algunas veces los niños lo tomen como algo normal, pero en otras ocasiones se duelen por el “engaño”.

No es que yo tenga la respuesta total y definitiva, solo quiero contarles ideas de lo que he visto que funciona, por supuesto, todas basadas en la honestidad, porque Clave No. 1: Responder con mentiras cuando ellos ya empiezan a sospechar la verdad, no es nada recomendable!

En realidad, desde la tradición católica o religiosa que la mayoría de los Colombianos tienen como formación, tendríamos que decir que el niño Dios si existe! Porque así nos enseñaron y alguna vez sucedió, Pero, seguro que aparece el niño que se preguntará como lo hice yo alguna vez cuando era niña, cómo es posible que el niño Dios nace en diciembre y tres meses después en semana santa lo crucifican? Y nace cada año? Mi cabeza dio vueltas y vueltas, además de la poco asertiva respuesta de mis padres que preferían guardar silencio y pedirme que no preguntara tanto…
En ese caso, lo mejor es basar absolutamente todo en una historia verdadera. Eso quiere decir que está bien decirle que hace muchos años nació Jesús en una pesebrera, etc… y que cada año celebramos que eso sucedió y que por eso nos damos regalos físicos como muestra de la felicidad por el regalo de la vida de Jesús…  Así como cada año nos damos regalos por el cumpleaños. Y que Jesús nos da regalos para el corazón y nos da la posibilidad y la bendición de tener muchos regalos físicos como los juguetes, ropa, etc.  OJO! Esto aplica para niños un poco grandecitos que puedan entender la diferencia entre un regalo físico y otro del corazón, como de 7 años en adelante, pero difícilmente funcionará para uno más pequeño.

En el caso de papá Noel o Santa, o San Nicolás, es incluso más sencillo aún, pues es conocida ya la historia del hombre que repartía regalos a los niños cerca del solsticio de invierno, y aunque ese hombre ya murió, su espíritu nos sigue dando regalos para el corazón y asegurándose de que nuestra familia pueda darnos los otros regalos.
Formas para resolver el dilema podemos encontrar muchas, y en todos los casos te recuerdo la importancia de la honestidad, o al menos una versión basada en la honestidad.

Y por el otro lado, aprovechar la difícil pregunta, para que tu hijo entienda que la navidad es época de felicidad y de lindos sentimientos y actos con las personas, no solo se trata del regalo, sino también de preparar el corazón.

¿Decir o no la verdad?
Todo el tiempo! Entre más intentes enredar y distraer, más difícil será mantener la mentira. Solo que no hay necesidad de complejizar  ni de arruinar con la inocencia y la magia de la infancia, como algunos adultos perversos lo hacen al decir: “El niño dios no existe, los regalos los traen los papás”. Porque eso al final genera sentimientos de engaño y frustración.

¿Y qué tal si tu también vuelves a vivir la magia, la ilusión y le pides algún regalo al niño dios, a santa, a papá Noel? Vas a experimentar una sensación linda que te invade de ternura y magia, y tu sabes bien que esa carta va a llegar a su destino.

Con amor,


LUZ NERY CORTÉS G. 
Educadora/terapeuta
Coordinadora Liceo Montessori Home&School 

lunes, 21 de noviembre de 2016

NIÑOS CRISTAL. DEL MUNDO EXTERIOR A LA FUERZA INTERIOR.

Como una muestra de amor infinito por la humanidad, aproximadamente desde el año 2001 empezaron a llegar esos seres maravillosos y llenos de paz que se llamaron NIÑOS CRISTAL. Para nuestra fortuna, todavía siguen llegando. 

Hoy escribo pensando en ellos. Especialmente en una chiquita de grandes ojos y pocas palabras, y Samuel, un ser sensible y amoroso, y por supuesto, mi SIMÓN! 
Cuando veo ese chiquillo tranquilo, de mirada profunda y serena, que parece no interesarse por el mundo material, que socializa poco y habla poco, que incluso ha tenido lo que llaman "retraso" en el desarrollo del lenguaje, que vive en su propio mundo pero se duele en el alma de la injusticia humana, entonces comprendo que estoy frente a un niño cristal. 
Es ese que dirían las abuelas "juicioso", que no da que hacer, que no hace travesuras ni molesta, pero que en el fondo inquieta a sus padres, abuelos y educadores, porque no parece estar allí presente de verdad, que parece fragil interiormente. Ellos están bien, muy bien, porque su tarea fue venir a sembrar paz, a enseñarnos a mirar hacia nuestro interior, a hablar menos y sentir más, a interpretar una mirada. Sin embargo, los adultos preocupados por ellos, porque pensamos que algo no está bien, empezamos a acudir a pediatras, psicólogos, neurólogos y neuropsicólogos, quienes aplican baterías de pruebas y generalmente después de muchas vueltas, no logran entregar un diagnóstico acertado, y menos aún (en la mayoría de los casos) RESPETUOSO. Algunos son medicados, intentando que su estado cambie, como si fuera alguna enfermedad o un trastorno ser un niño tranquilo y amable. Otros son también aislados por los propios adultos que les rodean, por temor a que sean criticados, burlados, agredidos, etc. 
Lo cierto es que estos seres tienen toda, toda, TODA la fuerza interior para ayudarnos a conectarnos con nuestra esencia, se les dice cristales por su transparencia, entre otras cosas. Ellos no vienen a conectarse con todos los seres humanos, porque si se conectan con ellos y el mundo que les rodea, entonces van a perder su tarea; es por eso que tampoco hablan mucho, porque muchas palabras indica menos escucha, tienen necesidad de estar en contacto con la naturaleza, de caminar descalzos en el pasto, abrazar un árbol... cuando conectan con alguien en especial, entonces logran sentir sus emociones, sentimientos y hasta pensamientos... Son muy, muy inteligentes, ellos pueden encontrar su propia forma de aprender, decepcionando a los adultos que intentan enseñarles de una sola forma. 
Ellos necesitan un entorno tranquilo y amoroso, pero ante todo, personas que los AMEN Y ACEPTEN como son, porque no son raros, ni están enfermos, todo lo contrario, están más sanos que nosotros y vienen a ayudarnos a curarnos de la enfermedad del Miedo
No podemos seguir señalando, criticando o aislando a un Cristal, ellos son maravillosos y necesitan nuestro amor, que nos sentemos frente a ellos y mirándolos a los ojos, les digamos de corazón: "Bueno, qué puedes enseñarme hoy?"

Con amor, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Terapeuta/educadora
Coordinadora Liceo Montessori Home&School 

martes, 25 de octubre de 2016

EL NOVIO DE MAMÁ (O LA NOVIA DE PAPÁ!)

Una de las situaciones importantes que viven los padres separados sin importar si lleva poco o mucho tiempo de haberlo hecho, es el momento en que deciden iniciar una relación de pareja con otra persona.
Por lo general, independientemente de la edad de los hijos, este es un momento especial, donde casi siempre hay choques, retrocesos, dificultades… y los padres que han decidido tener esa nueva relación, se preguntan si deberían dejar esta nueva relación o ignorar el comportamiento de sus hijos.

Lo primero que podemos entender, es que los hijos, de cualquier edad, siempre, SIEMPRE tienen en el fondo la esperanza oculta de que sus padres vuelvan a estar juntos y ser una “familia”, de eso se ha encargado la sociedad, las familias que ven a su alrededor, pero sobre todo, su deseo de tener a las personas que más ama, juntas, en el mismo lugar, entregándose amor entre ellas. Eso es inevitable, porque la familia es lo primero que les brinda a ellos protección y es apenas natural que ellos deseen sentirse totalmente protegidos y amados y no fragmentadamente protegidos y amados…
Lo que sucede es que entonces, algunas veces ellos parecen “aceptar” la separación de sus padres y estar tranquilos, pero esa aparente aceptación se viene al piso cuando ven que su última esperanza se ha perdido porque ya ha llegado un “intruso” o “intrusa” a la vida sentimental de sus padres… Ese es el primer choque que debe enfrentar un padre cuando inicia una relación de pareja con otra persona. ¿Qué hacer ante eso? Permitirles vivir nuevamente su duelo, que puede presentarse con retrocesos, es decir, que se haga chichí en la cama, que empeore en el colegio, que se ponga de mal genio, etc. Y hacerlo con mucha paciencia, recordando que es su duelo, una situación difícil e inesperada para ellos, porque su última opción ya no existe…
Como segundo paso, jamás, NUNCA! Forzar al hijo a aceptar y mucho menos “amar” a esa persona, puede ser que eso se tome mucho tiempo, y en ese caso debemos recordar la historia del zorro y el principito… “…- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…” Podría asegurarte que al menos, lograrás que acepte a esa persona, solo con un poco de tiempo, de respeto por su espacio, por sus ideas, sus costumbres, etc. Claro que Pilas!!! Sin hipocresías y tampoco se trata de ceder ante las pataletas ni las manipulaciones… El papá o la mamá, deben estar atentos a dar su lugar a su hijo pero también a su nueva pareja, a tener momentos a solas con el hijo, pero también a alimentar la relación de pareja. Y es normal que sea víctima de manipulaciones y reclamos, pero esto, con paciencia, también pasará…
Paso siguiente, por favor, no le pidas que le diga “papá” o  “mamá”, si eso sucede, que sea iniciativa de tu hijo, porque la convivencia y la buena relación lo llevó a esto, pero no por presión y menos por temor.
Como recomendación adicional, te sugiero que revises bien la persona que vas a presentar a tu hijo como pareja, pues tampoco es fácil para ellos aceptar que cada mes sea una nueva persona, así como tampoco que sea una persona con la que ellos perciban que tu no eres feliz, pues para ellos ante todo, es importante tu felicidad y pueden detectar si lo estás siendo o no. Y como dice el dicho: “El que quiere el perro, quiere la chanda…” Tu jamás dejarás de ser padre o madre, si alguien te ama a ti, al menos estará dispuesto a aceptar a tu hijo como parte de tu vida y a entender que tienes momentos de ser padre o madre (eso incluye compartir algunos espacios con el otro padre de tu hijo!) y que no serás únicamente su pareja.
Y finalmente, creo que todos tenemos en nuestro imaginario la idea de lo que significa una “madrastra” o un “padrastro”, la primer idea de la de la malvada madrastra de blanca nieves o de todos los cuentos… así que ni lo intentes! Mejor elimina esa palabra de tu vida familiar, porque esa palabra apenas con escucharla, hace que la relación empiece a ser difícil y porque tu pareja no será el reemplazo de su mamá o papá.
Formar una nueva relación de pareja, es un reto del que puedes salir victorioso, todo depende de la paciencia y la seguridad que tengas y del amor que por encima de todo, le hagas sentir a tu hijo.

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Educadora/terapeuta
Coordinadora Liceo Montessori Home&School


martes, 27 de septiembre de 2016

¿PADRES FLEXIBLES O PERMISIVOS?

Es muy sonada ya la idea de que como padres adultos somos la única generación que le temió a sus padres y ahora le teme a sus hijos. Algunos la escuchan con una sonrisa “culpable” en su rostro y otros negando en absoluto la posibilidad de que así sea y en todos los casos buscamos justificar el por qué a nuestra actitud que es básicamente tachada de débil y floja, señalando la poca autoridad que tenemos con nuestros hijos y la falta de un par de chancletazos que les ayuden a ellos a aprender quién es la autoridad en la casa.
Es cierto que la mayoría de nosotros tuvimos una infancia donde nuestros padres no fueron muy democráticos con nosotros, donde como mínimo el regaño (si no era muy grave y si nos iba bien!) o el chancletazo o castigo era lo que nos enseñaba que teníamos que hacer “caso” y obedecerlos. También es cierto que muchas veces dijimos “NUNCA! Le haré esto a mis hijos” y que entonces aprendimos y nos comprometimos al menos a intentar hacer las cosas mejor, y también en algunos casos llegamos al otro extremo…  al de no decir nunca NO, a permitir aunque no estemos de acuerdo, a no poner límites y… (terrible!) a que nuestros hijos tengan más autoridad y firmeza que nosotros!!!
Aparecen entonces los padres que desde su deseo de hacer lo mejor posible, creen que deben entrar en consenso frente a todo tipo de decisiones con sus hijos, incluso si son pequeños; intentando ser democráticos, no obligar, que ellos disfruten, que tengan lindas experiencias en su infancia para que no tengan heridas emocionales y puedan ser adultos felices y plenos. Así que les preguntan si quieren ir, si quieren hacer la tarea, si quieren saludar, y se niegan a insistirles o hacerles entender y reflexionar que hay cosas mínimas que deben hacer y que son necesarias hasta para vivir en sociedad.
No mal interpretemos, pues tampoco se trata de llegar a la imposición, al autoritarismo o al “porque yo lo digo y punto!” (¿a quién le va a gustar un grito o un golpe?, ahí aprenden a temer al adulto!) . Sin embargo, tal vez es el momento de dejar el miedo a un lado. ¿Miedo a qué? Pues a repetir la historia, a que nuestros hijos sufran, a que no puedan ser felices o salir adelante. Y es necesario dejar el miedo porque el miedo no evita, sino que invita; es decir, si hay miedo, entonces podemos intentar las estrategias que sea y siempre tendremos el mismo resultado porque todo está en mi interior y mi convicción como padre o madre. El miedo es el que hace que no entremos en equilibrio y nos vayamos al extremo de la pasividad y permisividad, formando hijos sin límites en nombre del amor. Nuestros hijos son diferentes y por eso necesitan y merecen una formación diferente, donde nosotros mismos confiemos y actuemos desde el corazón y no desde el temor (ESA ES SU INVITACIÓN!), pero no será con permisividad temerosa que lo vamos a lograr sino con FIRMEZA AMOROSA!

Para mi, la firmeza amorosa, tiene que ver con ponerme en los zapatos de mi hijo, de no exigirle cosas sin sentido solo porque así tiene que ser, pero también de ocupar bien mi lugar de padre, de guía de ese ser, de acompañante, y ser consciente de que el adulto soy YO! Y por lo tanto puedo y debo ser más consciente y aterrizado en lo que es importante realmente y necesario. No puedo permitir que mi hijo coma dulces y pasteles todo el día solo porque él así es feliz! Como adulto, yo se que eso no es muy sano y por supuesto no se lo voy a permitir, sin embargo no voy a llegar a prohibirle el dulce bajo la idea de que se puede enfermar… No puedo permitir que mi hijo decida si va o no al colegio, sin embargo puedo indagar por qué él no desea ir…
Cuando me preguntan ¿Cómo hago para convencer a mi hijo de ir a…? Yo debo recordarle quién es el padre, y que como padre puedes decirle claramente qué deseas, qué esperas, y por qué (un motivo real es importantísimo!), de esta forma ellos se sienten tenidos en cuenta, no se sienten atropellados y reconocen claramente quién es el padre. Y si al final, tu sigues sintiendo en tu corazón que debe ser así como tu dices, no hay nada más que decir, exprésale de la forma más amorosa y libérate de la culpa! Porque ante todo, estás siendo un padre responsablemente respetuoso y eso, tus hijos los sabrán reconocer, tal vez no ahora mismo, pero es seguro que lo harán en algún momento y te agradecerán en amor y sin resentimiento.

Papá, mamá, lo que puede herir a tus hijos es únicamente lo que viene del miedo, porque nada que venga del deseo de amar, podrá hacerles daño, ya que busca solo su bienestar real.

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Facilitadora/terapeuta 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School 





jueves, 22 de septiembre de 2016

QUE SEA EL MEJOR!

En años anteriores, cuando éramos niños, nuestros padres solían tener una expectativa con respecto a nuestro futuro; era tanto, que en ocasiones prácticamente ellos tenían definido lo que sus hijos estudiarían, el lugar y la profesión que llegarían a ejercer. Esta posición rígida dio origen a una generación de hijos que se sintieron presionados, exigidos, sin mucha libertad y en su mayoría, frustrados e insatisfechos, ya que no podían tener libertad para elegir ni para desarrollar sus talentos y deseos.

Esos hijos frustrados, crecieron, se convirtieron en padres y entonces decidieron que esa historia no la repetirían sus hijos jamás! Y se dieron a la tarea de ser diferentes. Afortunadamente se generó en ellos una consciencia donde entendimos que hay que valorar y respetar, e incluso aprovechar los talentos, habilidades, expectativas que cada ser humano trae consigo y permitir que se explore, dando libertad y confianza.
Sin embargo, al observar las estadísticas y las realidades, encontramos que cada vez hay una cantidad más alta de niños “estresados”. Aterradoramente encontramos niñas con gastritis a los 8 años de edad, niños con migraña a los 9, con dificultad para dormir por preocupaciones desde los 7 u 8 años… Y entonces no entendemos! Cómo es posible si los padres ahora son tan flexibles y comprensivos? Nuestros hijos no viven la misma presión que vivíamos nosotros cuando éramos niños y aun así, evidencian una cantidad de “males” que nos hacen pensar que no están disfrutando, que no son felices y que al parecer, nos dicen que no estamos haciendo bien la tarea de ser padres…
Como educadora, facilitadora y coordinadora de una fundación para niños y niñas, tengo contacto directo todos los días con niños, niñas, adolescentes y padres de familia, y me di a la tarea de investigar, preguntar, y verificar, para encontrar una posible respuesta a esta situación.
Pregunté a muchos padres: Qué esperas de tu hijo? (qué deseas que haga, que estudie, que se dedique a qué?) La respuesta se presentaba en todos los padres que respondieron en dos partes: 1: Espero que sea feliz, que haga lo que quiera, que se dedique a lo que le gusta. PERO… 2. Que en lo que decida hacer, sea EL MEJOR.
Como prueba seguida, indagué con los niños y niñas, con adolescentes, y la pregunta fue: Haces algo (deporte, baile, música, estudio, etc) porque te gusta y lo disfrutas, o porque te lo piden tus padres?. La respuesta también fue en dos partes: 1: Lo hago por mi, me gusta y lo disfruto. PERO… Mi papá (mamá, etc.), me insiste en que debo ser el MEJOR.
Para resumirte lo que encontré, la respuesta de los chicos, muestra que hay presión alta en ser el mejor en todo, en que sea el estudiante excelente, el deportista estrella que gana medallas, el músico súper habilidoso, y en muchas ocasiones, cuando esa presión se presenta, entonces se acaba un poco la “magia” y el encanto de realizar eso, pues hay necesidad de demostrarle a alguien y de tener aprobación de alguien. Entonces, me preguntó una mamá: “Es malo pedirle que haga las cosas bien? No quiero que mi hijo sea un perezoso ni flojo en lo que hace, que se acostumbre a hacer las cosas muy bien y a esforzarse porque yo se que tiene talento.” Y la respuesta es NO, no es malo pedirle que haga algo bien, lo que no te recomiendo es que le pidas que sea EL MEJOR, cuando hay un mejor, también hay un peor, es más, no hay segundo mejor, es decir, ponemos el tema en el nivel de competencia, de ganarle a otros, de ser más bueno que todos, y allí es donde se genera estrés en ellos, porque si no soy el mejor, entonces no voy a agradarle a mi mamá, y si no le agrado a mi mamá, ella va a sentirse mal o triste o enojada.
Preguntaba también a los padres en mi encuesta: Le preguntas a tu hijo, qué tanto disfrutaste hoy? Qué tanto serviste? A quién ayudaste? Y la respuesta fue en casi todos los casos NO.

MI conclusión para no alargar el tema: Tu hijo puede ser muy bueno en algo, y que rico que disfrute hacerlo y pasarla bien haciendo eso, sin embargo te invito a que no arruines esa capacidad con la exigencia de que sea EL MEJOR, es diferente si le pides que HAGA LO MEJOR que pueda, que haga su MEJOR ESFUERZO y que de la mano con eso, DISFRUTE! SE GOCE! ese momento. Cuando le hablas de ser el mejor, estás diciéndole indirectamente, que si no es el mejor, entonces no va a estar bien o que no va a ser bueno para ti, y eso le afecta porque ellos como niños, desean en todos los casos, tener la aprobación y el orgullo de sus papás al ver sus logros, que no necesariamente deben ser por obtener el primer puesto.

Promueve con todo tu amor, que tu hijo sea la MEJOR VERSIÓN DE SI MISMO!

Con amor, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Educadora/facilitadora/terapeuta
Coordinadora Liceo Montessori Home&School

martes, 13 de septiembre de 2016

ESTÁ DICIENDO PALABROTAS!!!

Cuando nuestros niños van creciendo, llega un momento que todos disfrutamos mucho, a veces  no lo entendemos, pero es mágico y maravilloso. Se trata de la etapa de adquisición del lenguaje. Escucharlos hablar a media lengua, intentando hacerse entender es todo un espectáculo que cualquier adulto disfruta, se goza totalmente, en ocasiones es difícil traducir esas palabras que son como en idioma “niño-ñol” (idioma español de niño), al español tradicional que todos conocemos. Como sea, es mágico este momento!
Luego comprendemos que de la mano de este proceso hermoso, ellos empiezan a repetir como “loros mojados” (realmente no se si los loros cuando están mojados hablan mucho…) y cada cosa que escuchan la repiten. Hasta allí todo va bien y normal, PERO… aparecen casi inevitablemente esas palabras que nadie quiere escucharlos decir a ellos. La excusa que tenemos es que a ellos no se les oye bien, que eso es feo y en fin… muchas otras cosas…
Aparecen los padres escandalizados, con los ojos abiertos y presentando justificaciones a sus hijos sobre por qué no decir palabrotas, y muchos intentos parecen infructuosos… Es apenas lógico que ellos, independientes, descubriendo el lenguaje, observando reacciones, etc., decidan seguir repitiendo las palabrotas que sus padres les piden que NO digan, pues es una muestra de libertad, de autonomía y también de rebeldía natural a esa edad.
¿Qué hacer entonces???
Con todo el amor del mundo, y antes que nada, te sugiero que respires tranquilo y entiendas ESO TAMBIÉN PASARÁ! Ellos crecerán y ya el gusto por decir palabrotas se va a agotar, claro, depende de ti que ese paso sea rápido o muy leeeento. Si tu eres un adulto que usa palabrotas usualmente, es poco probable que tus hijos pasen rápido por esta etapa; al contrario, se van a quedar allí, aunque supongo que si tu usas palabrotas, no tendrás problema con que tus hijos las usen, cierto? Si no eres tu, entonces observa a las personas que se relacionan con tu hijo, y reconoce de quién puede copiar y aprender a decir estas palabras.
Por otro lado está la reacción; en este sentido, tengo que decirte que aquello de distorsionar la palabra (fruta? Quieres fruta?) no funciona. Ellos sonríen y saben que estás haciéndote el disimulado! Recuerda que son niños, no bobos! Tampoco funciona el regaño o la advertencia de que no debe usarla más, a menos de que tu hijo tema una terrible sanción o castigo, pues ellos se preguntarán ¿Y por qué no podré decirla? Intuyendo que algo malo se genera en ti cuando la pronuncia y entonces la guarda para utilizarla cuando más te duele…
Por supuesto, reírse y celebrar es otra opción no recomendada por mi… a ellos les gusta que se haga fiesta y van a hacerlo muchas veces…
Con todo el amor y desde mi experiencia, es sano, respetuoso y sabio, hablar con naturalidad… si para ti no es agradable que tu hijo diga las palabrotas, entonces:
1. No las digas tu!
2. Explica a tu hijo que esa palabra no es bonita, que ofende y lastima el corazón de las personas, y que es mejor no usarla para no lastimar a nadie, además que el corazón de las personas es bueno y no hay por qué decirles cosas feas.
3. Se insistente y persistente con mucha PACIENCIA en lo que le estás pidiendo y diciendo, amorosamente hasta que él logre tomar un poquito de consciencia y deje de hacerlo.
4. No creo que un plan de premios sea lo más apropiado, pues ellos no deben acostumbrarse a recibir un premio por  no decir algo que naturalmente no es bonito y es ofensivo…
Finalmente, la esencia de todo este asunto de las groserías, es que los niños aprendan a respetar y a observar a cada ser como es, sin ponerle otros calificativos enjuiciadores, y ese es el objetivo principal cuando se intenta avanzar por esta etapa de las palabrotas, entonces allí también caben las ofensas, los apodos, los calificativos despectivos que les suelen poner algunos niños a otros, y claro, también algunos adultos…
Recuerda que esta es mi experiencia y mi aprendizaje en mi recorrido como madre, educadora y terapeuta, si te sirve, entonces tómalo, y si no te sirve, déjalo ir!

Con amor,

LUZ NERY CORTÉS G. 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School 
Educadora/terapeuta

miércoles, 25 de mayo de 2016

PREGUNTAS DIFÍCILES!!!

Algunas mamás me han preguntado hace poco qué hacer cuando los niños y niñas hacen esas preguntas que las sonrojan o a las que no saben cómo responder... Y les prometí que escribiría inspirada en ellas (en realidad es muy sencillo y breve), ya que es muy común que nuestros chicos aparezcan con ellas y que no tengamos ni idea de qué hacer... 
Sin importar el tipo de pregunta, el centro de todo siempre es el mismo... papá y mamá no saben cómo o qué responder, y tampoco quieren quedarse sin decir nada. Ante esta situación, algunos eligen hacer casi una maestría en el tema de la pregunta para saber qué responder, otros responden lo primero que se les ocurre, otros la trasladan... "pregúntale a...", y en todos, todos, todos, queda la duda, ¿respondí bien o no a la pregunta?
Generalmente, las preguntas de los chicos se relacionan con: 
- Sexualidad 
- Muerte 
- Divorcios 
- Injusticias sociales 
- Sentimientos de las personas
- Sustancias psicoactivas 
- Temas espirituales 

Antes de dar ideas, quiero que comprendas que como padres nos conviene que sea a nosotros a quienes nos pregunten primero, pues con los niños y adolescentes aplica aquello de "El que pega primero, pega dos veces", es decir, tu vas a dar la primer respuesta y esa es la que más va a pesar en ellos, la que va a quedar grabada, y luego a partir de esa, van a modificar, agregar, quitar, etc., pero la primer respuesta es la que más vale. Así que agradece que la primer fuente de información seas tu y no los amigos, la televisión, internet, etc. 
Lo siguiente que te pido que tengas en cuenta, es que lo más malo es no decir nada! Se vale decir NO SE, voy a averiguar y te respondo, o ¿Qué tal si investigamos juntos?, pero intenta no quedarte callado!
Con respecto a la pregunta como tal, no podría darte respuestas exactas, pues cada uno es diferente y hay tantas posibilidades de preguntas como niños en el mundo, lo que si te daré es una pequeña guía de lo que deben contener: 
1. Cortas. Hay una regla de oro cuando te diriges a un niño y es que utilices pocas palabras, porque ellos, después de 15 segundos ya no atenderán tu respuesta, a no ser que les quede una duda o que quieran saber más sobre eso mismo. Organiza tu respuesta para que sea corta y entendible, no necesitas un tratado ni términos raros. 
2. Digeribles. No le des un plato de fríjoles a un recién nacido! Si tu hijo tiene 5 años y te pregunta de sexo, solo responde exactamente lo que te pregunta, no le des de más, no llegues hasta hablarle de coito y métodos de planificación, etc. Dale lo que necesita. Dale un dulce, no el paquete entero porque puede atrancarse. 
3. Honestas. Lo que sea que le digas, que sea verdad, porque ellos tienen sus propios medios de verificación. Si descubren que tu les has mentido, entonces perderás la credibilidad y es difícil de recuperar. 
4. Suficientes. Esto no va en contradicción con la idea de que sean cortas. Cuando te sugiero que sean suficientes, estoy hablando de que no queden dudas con respecto al tema específico. Es importante finalizar preguntando, ¿Entiendes? ¿Tienes otra duda?. El propósito es que no queden vacíos o cosas sin resolver.  
5. Deja el miedo y la prevención. No te vayas al extremo de pensar que tu hijo está preguntando sobre un tema porque está haciendo cosas terribles o ha visto algo impresionante. Por supuesto, después de responderle, pregúntale por qué hace la pregunta y entérate de lo que pasa, pero no muestres terror ni asombro, eso los previene y pueden sentir temor de preguntarte algo después. 

Como puedes ver, la tarea siempre es de papá y mamá, porque son y deben ser la voz cantante para sus hijos. Y, si tienes alguna pregunta en especial, no dudes en contarme y con todo gusto te ayudaré de manera personalizada. 

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Terapeuta/Maestra Reiki


miércoles, 18 de mayo de 2016

MAMÁ, TENGO MIEDO!!!

Una de las emociones o expresiones que se presentan en los niños es el miedo.
Los hay de muchas formas y tamaños; algunos temen a la oscuridad, a los relámpagos, otros a la soledad, a un animal, a un monstruo debajo de la cama y en fin... a una gran variedad de cosas y fenómenos. 
Los padres se preguntan el motivo de ese miedo e intentan a su mejor modo, ayudar a sus hijos a "superarlo" y quitarles el miedo, pero en realidad son pocas las veces que funciona y casi siempre pasa lo contrario y es que el miedo crece y crece o al menos, no abandona al chico o chica. 
Afortunadamente ya no estamos en la época de la chancleta, porque de lo contrario, haríamos lo que nuestros padres practicarían... "quitarle la pendejada" a punta de chancleta o de lanzarlo a vivir lo que más teme. Afortunadamente, somos padres más conscientes y entendemos que esto puede empeorar la situación y comprendemos que podemos buscar información y apoyo para avanzar. 

Creo que por ser un tema tan extenso y un poco desconocido, habría mucho por decir, sin embargo, en esta nota empezaré por lo más general y una parte de lo que significan los miedos. 
Antes que nada, reconozcamos que el miedo es generador de una gran cantidad de emociones nada positivas y que es en esencia el lado contrario al amor, es decir, si hay amor, no hay miedo. En palabras aplicadas al tema, podría resumirte que el miedo es la ausencia o falta de convicción que te da el amor, del amor nace la confianza, la fe, la certeza, la seguridad, y cuando hay miedo, es porque alguno de esos componentes falta. Ejemplo: El niño que tiene miedo a la oscuridad, teme que en la oscuridad pase algo, que se le aparezca algo, le tiene miedo a lo desconocido o no visible que hay en esa oscuridad, pero si su papá en quien confía mucho, está a su lado, ya no va a temer tanto, porque se siente seguro, protegido. En ese orden de ideas, lo primero que te propongo es: 
* Define cuál es específicamente el miedo de tu hijo y descubre cuál es la ausencia (confianza, compañía, etc)
Por otro lado y para que sigamos comprendiendo, no podemos confundir el miedo con la desconfianza o la duda por ejemplo, pues son situaciones diferentes. Un bebe de menos de un año de edad, que no quiere irse con un desconocido, no tiene miedo, tiene desconfianza! En conclusión, no siempre es miedo, sino una manifestación propia de la edad, y de acuerdo a la edad, pueden desconfiar, o no querer hacer algo, como cuando no quieren bañarse y no es por miedo sino por falta de ganas de. Así que, por favor revisa... 
* ¿La idea de que tiene "miedo" es tuya o de él/ella realmente? Él puede manifestarte que tiene miedo, pero tu puedes descubrir si es eso o no. 
Otra situación importante de revisar con el miedo, es la influencia que han ejercido papá o mamá para sentir esto. He escuchado niños que dicen: No salgo a la calle porque me podrían robar. Y al indagar con el niño, descubrimos que es papá quien ha estado repitiendo "No salgas a la calle porque pasa un loco y te roba!". Ante esto, por supuesto que el niño va a tener miedo de ser robado! Igual si le dice que un alimento le hace daño o que salir de noche lo resfría... Sucede que si le hace daño porque es un mandato de papá o mamá y su inconsciente lo acepta totalmente sin preguntar ni protestar. Todo aquello que esté en contexto de negatividad es temor. 
* ¿Cuáles mandatos de miedo le das a tu hijo/hija?
Después de descubrir la mayor cantidad de información con respecto al miedo de tu hijo, entonces pasemos a abordarlo... Ya definido, pídele que lo dibuje... Cómo sería ese miedo, de qué tamaño, de qué color, el motivo de esto es muy sencillo... cuando tu conoces algo, baja el temor, la incertidumbre. Y vas más profundo: 
* ¿Cómo es? ¿Qué lo pone grande? ¿Qué lo hace débil? ¿Qué lo hace tierno? etc...
Así podrás ayudarle a que lo maneje y deje de temerle. Si le teme a monstruos, es súper este ejercicio, porque incluso puedes convertir el monstruo en un amigo! 
Y por último en esta nota...
* Dale mucho de lo que le está faltando... mucha compañía, mucha seguridad, mucha tranquilidad, y jamás, jamás, jamás, los sometas a la fuerza ni al ridículo para manejar el miedo!

No te angusties, no creas que es para toda la vida, A fin de cuentas, ¿quién no ha llegado a sentir miedo alguna vez en su vida?

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Terapeuta/Maestra reiki

miércoles, 11 de mayo de 2016

ADOLESCENTE ÍNDIGO

Inicio esta entrada en mi blog con algo de preocupación y con la intención de ocuparme realmente, tomar acciones, para dejar de pensar en algo y definitivamente influir en que algo diferente pueda pasar. 
Si logro que al menos te quedes pensativo, entonces habré alcanzado mi propósito. 
Como siempre, te aclaro que esta es mi experiencia, si la tomas espero que te sirva, y sino, también. 
El tiempo ha pasado y aquellos niños y niñas que hacia el año 2000 nacieron con una energía índigo y cristal, hoy son adolescentes. Cuando estaba preparando el material audiovisual para el taller que realizaré en agosto sobre las vibraciones índigo, cristal, arcoiris y diamante, recordé varias entrevistas que hacia el año 2003 hice a algunos niños y madres en ese momento. 
Recuerdo que entrevisté a uno (jamás lo olvido!), que me preguntó: Si Dios hizo todo, ¿Quién hizo a Dios?, y me pidió que no le contara a su mamá porque podría confundirse la pobrecita! Y es que así de inteligentes son las preguntas de ellos... Ahora él tiene 20 años. Contó con el apoyo de su mamá, quien se interesó en el tema y buscó todas las formas posibles de ayudarlo a mantener la inquietud, las ganas de saber más, las ganas de transformar su mundo. Ella lo escuchaba, conversaba con él como si fuera un sabio encontrando sus respuestas, lo guiaba sin imponer, lo ayudó a encontrar la luz en él mismo. Este chico es hoy un universitario brillante, becado, estudia dos carreras profesionales a la vez, ha visitado sin mucho dinero, más de 10 países haciendo lo que cree que es su misión y se enfoca en ayudar al mundo, a la humanidad. Él lo logró porque tuvo el apoyo más importante, el de su madre que no se rindió y no cedió ante la presión del sistema educativo, de la sociedad, de las religiones, incluso de su propia familia, que le pedían que encajara o que tendría que ponerlo en tratamiento psiquiátrico. Cuando aun algunas veces encuentro a su mamá, en sus palabras, entiendo que ella "se la pilló!"
Y también recuerdo a otra... Absolutamente brillante!!! Aprendió a tocar violín sola! Solo vio a alguien tocando, lo observó y empezó a sacarle música a ese instrumento. Tenía 4 años. Hablar con ella producía una sensación indescriptible, como de grandeza, de asombro. Sus palabras siempre eran claras y muy profundas para su edad. La frase que me dijo y me dejó muda fue: "Si las personas supieran que tienen luz en ellas, no le temerían a la oscuridad, porque sabrían que la luz es más fuerte" Yo la escuché y me sentí como una tonta a su  lado, porque supe que yo misma le tenía miedo a la oscuridad! Hoy tiene 17 años... por desgracia, su mamá, su abuela, su tía, su bisabuela, no se la pillaron... Sintieron miedo, mucho miedo que esa pequeña genio que tenían en su casa, llegara a sentirse atraída por la oscuridad, que no encajara y entonces hicieron todo lo necesario para que ella estuviera en lo que ellas consideraban "luz" y dejara de hablar de oscuridad. Colegio religioso y bastante estricto, grupos religiosos, instrucción de miedo al infierno, normas de obediencia y "respeto" a los mayores, seguir las normas porque si y muchas otras cosas más a las que ella intentó (de verdad que lo intentó!!!) adaptarse, pero que no pudo...
Lo difícil no estuvo en sus primeros años, eso fue fácil!, sin embargo luego llegó la adolescencia... en cada conversación debatía, cada vez que oía de Dios, lo ponía en duda, cada vez que escuchaba de pecado, miedo, reaccionaba con agresividad... Ella se cansó de intentar encajar y terminó rebelándose ante todo lo que le significaba autoridad. El paso siguiente casi que podía adivinarse... sustancias psicoactivas, autoagresiones, deserción escolar aunque era buena estudiante. Y la relación con la familia cada vez más difícil... Hoy es madre adolescente, no tomó responsabilidad por su hija y sigue buscando en lugares inadecuados una respuesta al porqué las personas le temen a la oscuridad. La mamá me preguntaba: ¿Qué hago ahora? 

Y esa es la pregunta que ronda a los padres de adolescentes, que si con solo ser adolescente ya es algo complejo, entonces imagina cuando el chico o chica siente que es diferente y energéticamente no encaja con la vibración de nuestra sociedad de consumo, donde el ganador es el más fuerte, donde se compite por el tener, por una calificación, donde el primero es el que vale y tu autoestima es fuertemente atacada cada día... Nuestra sociedad no le brinda opciones a nuestros chicos índigo y cristal cuando llegan a su adolescencia! No hay lugar para ellos en la sociedad! Y ellos se desesperan... Papá y mamá preguntan entonces, ¿Qué hago ahora?
Y la respuesta es aún más compleja, pues resulta que los primeros que deben dar el paso somos nosotros, los padres. Tener un hijo índigo o cristal que llega a su adolescencia, es un reto gigante, es una invitación a dejar la idea antigua del poder, a estar en conexión con nuestra esencia, a vivir en coherencia, pues ellos son como aparatos de rayos X, y pueden detectar cualquier anomalía que tu intentes ofrecerle, y sencillamente no se la pasan!
Ejemplos tengo muchos, cada semana me rodeo con 35 adolescentes y es tan cierto lo que dicen... papá no es feliz en lo que hace, mamá no se siente bien consigo misma, lo único que quieren de mi es que sea el mejor, que siga el mismo patrón que la sociedad dice... Y el ser? Generalmente las familias no se enfocan en preguntarle: Y cómo te sentiste hoy en el colegio? Fuiste feliz? Le serviste a alguien? NOOOO, y no es porque seamos malos padres, es porque en muchos casos, la vibración de papá y mamá es diferente. 
La buena noticia, y al mismo tiempo tu misión, si deseas aceptarla es elevar tu nivel de vibración con ellos... seguramente ya sabes a qué me refiero, y si eres padre de un índigo o cristal, es porque tienes todas las herramientas para hacerlo, es porque estás listo para elevar tu vibración y dejar atrás el juicio, la búsqueda del tener, del poder, de la apariencia, de no ser feliz a costa de...
Si tu hijo aún no es adolescente, por favor, mira bien lo que estás sembrando en ellos, prepárate para el cambio, alista tus alas para que vueles a su lado, porque eso es lo que ellos necesitan. 
Tu adolescente índigo te está pidiendo que lo ames como es, que te acerques y te relaciones desde el amor, que le muestres desde tu experiencia el verdadero significado de la felicidad. 
Tu hijo adolescente índigo te está pidiendo a gritos que despiertes!!!

Con amor, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Terapeuta/maestra reiki


miércoles, 4 de mayo de 2016

NIÑOS DESOBEDIENTES!!!

Los padres de todas generaciones se han esforzado en hacer que sus hijos sean buenos hijos, lo cual se traduce en responder bien, obedecer y seguir la norma. Sin embargo, es curioso que cuando le preguntamos ¿qué significa eso de obedecer?, entonces no saben definir bien. Muchos no se sienten bien con la idea real de pedir que sus hijos sigan instrucciones, pues al mismo tiempo quieren que sean líderes y que tengan su propia opinión y carácter. Otros, casi todos, esperan que sus hijos sean obedientes pero con ellos.
Me gusta contarles el significado de esa palabra mágica:
Obedecer: "Cumplir la voluntad de quien manda o lo que establece una ley o norma."
Así aparece en google.

¿En realidad quieres que tu hijo se adapte y se "trague" la idea de cumplir la voluntad de quien manda? No lo creo, y por si acaso es cierto, entonces déjame preguntarte si deseas que sea un adulto que solo siga la voluntad de otro... Realmente no lo creo! Porque la mayoría de los padres desearíamos que nuestros hijos sean sus propios jefes, que sigan su intuición, su voz interior, su corazón, que sean felices, que no traguen entero, que sepan expresar su idea, porque eso es muestra de liderazgo y eso lo deseamos todos para nuestros hijos. Así que tal vez la intención no es que obedezca, sino otra... 

Así que te voy a proponer algo corto y sencillo... enseñemos de responsabilidad más que de obediencia
Te cuento mis razones: 

1. Cuando cualquier ser humano aprende a ser responsable, entonces actúa más en consecuencia de lo que él mismo quiere o no quiere que suceda, y menos en temor a lo que otros digan o hagan. 
Me explico... si tu hijo comprende de manera responsable, la consecuencia de no bañarse, va a decidir hacerlo sin que tu se lo pidas, sin tener que obedecerte. Actuará porque es responsable consigo mismo y porque entiende la consecuencia, no por temor al "castigo". 
2. La adolescencia, esa etapa donde los chicos naturalmente no desean obedecer a sus padres, es terrible entre más insistan los padres con la obediencia. Si tu hijo (a) ha aprendido a ser responsable, va a ser mucho, creeme, muuuucho más sencillo. 
3. La obediencia genera ganas de liberarse, mientras que la responsabilidad no. Me sorprendo cuando llegan al Liceo algunos niños que vienen reprimidos y cansados de obedecer, porque ellos se sorprenden al ver que no tienen que obedecer! Claro, si deben ser consecuentes con sus actos y ser responsables, pero lo hacen sin temor porque saben que no hay sanción.

Y entonces, dirán, ¿cómo hago para que sea responsable? Y eso si que es una tarea grande para papá y mamá...
1. Elimina los castigos!!! No atemorices!
2. Fortalece las reflexiones. Cortas, sencillas, con ejemplos prácticos y extremos.
3. Mantener el amor por encima de todo! NO le quites el amor a tu hijo aun cuando estés muy molesto.
4. Se razonable!. Por un día que no coma todo el plato de comida, no pasará nada. Si es ya cotidiano, entonces explícale claramente por qué le pides algo, dale ejemplos sencillos, y escucha sus motivos. Y si se niega rotundamente sin dar ninguna explicación, hablale de las consecuencias, dejalo que decida y mantente firme en las consecuencias, naturales o un poco impuestas. Ejemplo: Te dará hambre y no podrás comer postre. La consecuencia natural es que le dará hambre, la impuesta es la ausencia de postre; mantente firme en la ausencia de postre y no lo hagas ver como un castigo.
5. Pregúntale: Qué crees que pasaría si... (si no te bañas, si rompes un vidrio, si le pegas al hermanito, si no te comes la comida...)
6. Dale opciones para elegir, no impongas una sola
7. Permítele que él mismo ponga opciones. ¿Qué propones tu? ¿Qué podemos hacer?
8. Establece acuerdos y consecuencias por no cumplirlos. Y mantente constante, la responsabilidad no se logra de un día a otro, puede tomarte meses, pero seguro que lo lograrás. 
9. Permítele que experimente las consecuencias de sus actos! No intentes evitarle el dolor ni la frustración, en su medida, ellos pueden afrontarlo y aprenderán de esto mucho más que de sermones.
10. Por encima de todo, recuerda que tus hijos tienen una vibración diferente, ellos son libres, vienen SIN MIEDO! (lo repito cada que puedo!), y por eso no quieren solo obedecer, solo seguir a alguien, porque no temen a nada. Ellos quieren razones propias y que tu llegues a las verdaderas razones.

Sembrar más responsabilidad y menos obediencia es una tarea larga, exige constancia, disciplina, amor y firmeza, tanto contigo mismo como con ellos, sin embargo, te aseguro que el resultado es fabuloso.
Puede ser difícil, a nuestra sociedad le encantan los obedientes, pero no podemos darnos el lujo de seguir el juego del poder y el temor, por nuestros hijos! ya es momento de ser conscientes, de despertar. Si lo haces, tendrás unos hermosos hijos conscientes, responsables, con un criterio propio impresionante y una inmensa capacidad para ser felices y respetuosos, porque cuando eres responsable, una consecuencia es el respeto a si mismos y a otros.

¿Te animas? Dale! Y si necesitas ayuda me cuentas!

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Terapeuta/Maestra Reiki

miércoles, 27 de abril de 2016

Papá y mamá en casas diferentes

En la sociedad actual, cada vez es más común, sin importar la circunstancia, los casos en los que papá vive en una casa y mamá en otra. Son pocos en realidad los niños y niñas que tienen la posibilidad de vivir con ambos progenitores en la misma casa. Y no vamos a determinar el por qué, ni si es bueno o malo, sin embargo, vamos a revisar un poco lo que sucede en el interior de los que terminan siendo el jamón del sandwich: los hijos.

Hay dos casos bien diferentes por los que papá y mamá viven en casas diferentes.
El primer caso, es el del niño que nunca ha vivido con papá, por ejemplo. Nació y se educó con mamá. Tal vez ellos nunca quisieron formar una familia. En este caso, el niño no expresa ausencias, pues no extraña lo que no ha tenido, sin embargo, si siente un vacío en él que no puede expresar ni justificar, ya que aunque no vive con papá, es posible y común, que si tenga contacto y una buena relación con este progenitor. También entra en juego lo que llaman "ausencia de rol paterno" que por supuesto es importante y necesario en la vida de todo ser humano, pero que otro hombre en su familia puede ayudar a suplir por lo menos en lo que tiene que ver con el modelo paterno y el rol (no en la sanación de la ausencia paterna!). Si el padre que no convive con el niño está de acuerdo, sugiero que le de todo el amor posible para que comprenda que aunque no conviven sus padres, si es merecedor de todo el amor de ambos. 

El segundo caso es el que claramente conocemos como "divorcio".
Como hijos, sin importar si nuestros padres se separaron o no, logramos comprender la importancia de una familia que viva en armonía para darle seguridad y estabilidad a un niño, y también sabemos que es mejor un divorcio "sano" que una familia "dañina"; sin embargo, para entender el tema como lo viven ellos, los hijos, imaginemos algo...
Tu naces y creces en un país, que tiene sus cosas buenas y no tan buenas, pero es tu país, no tienes necesidad de ir a otro lugar, solo vas si quieres visitar. Un día te notifican que tu país se acaba y ahora los departamentos serán repartidos... Si fuese Colombia, entonces unos serán de Panamá, otros de Ecuador, Brasil, Venezuela y Perú. Esto, por supuesto, te produce cierta incertidumbre, no sabes qué va a pasar y temes que no seas bien recibido, no sabes cómo te vas a sentir, te sentirás como extranjero... ¿Verdad? 
Ahora piensa en un niño... Nace y crece en una familia, su idea de estabilidad, seguridad y amor es tener a papá y mamá juntos, compartiendo diferentes momentos. El paquete va junto, para él, ante todo antes de los 10 años, no es comprensible que amor y convivencia sean dos cosas diferentes, piensa que si hay convivencia es porque sus padres se aman y viceversa... De un momento a otro, esa tranquilidad que le da vivir en una familia, se ve destruida, ya no existe porque si no hay convivencia, entonces no hay amor, ni seguridad, ni nada! Y ahora.. ¿Quién me va a amar? 
Cuando los niños nacen, les decimos y les hacemos sentir que los vamos a amar tooooda la vida, y ellos piensan ( Y es cierto!!!) que el amor es eterno. Pero, en el momento del divorcio, ellos descubren que no es así... es un impacto emocional fuerte además de la idea de ya no tener una familia. 
Vamos a imaginar que se trata de un divorcio armónico, tranquilo, en paz entre los dos padres... y no citaré aquello que tooodos dicen "se separan los esposos mas no los padres", que es cierto, pero aquí nos centraremos en descubrir lo que puede pasar con los niños. 
Primero tendré que contarte, que aunque nunca hay una edad ideal de los hijos para que los padres se divorcien, si hay unas edades pésimas... Entre los 8 y 9 años, es pésimo, pues los niños a esa edad buscan vinculación, necesitan sentirse parte de algo y lo primero de lo que hacen parte es una familia. Es una edad en la que comúnmente aparece la duda ¿Seré adoptado? es parte de su proceso, no es una alarma, es normal, pero si a eso le sumas el divorcio... uuuyyy! pobre chico! La otra edad terrible es alrededor de los 13 años, cuando pasan a la adolescencia y se desarrolla la identidad. Esta edad es poco recomendada porque cualquier adolescente no quiere identificarse con sus padres, pero si además los padres están viviendo un divorcio, entonces él no solo no se identifica, sino que los aborrece y se queda grabado ese momento de ausencia y soledad para todo el resto de su vida. 

Después de eso, tengamos en cuenta: 
1. Como en todo duelo, los niños van a tener momentos de felicidad y otros de enorme tristeza. En algunos momentos quieren estar con sus padres, y en otros no quieren verlos. Deja que pase un poco el tiempo para que descubra que sus padres lo siguen amando y los perdone. No presiones ese momento pero tampoco lo dejes para dentro de 10 años. 
2. Por lo menos el 90% de los hijos que han vivido un divorcio de sus padres, en lo más profundo de su ser, desean y tienen el anhelo de que sus padres vuelvan a estar juntos, aunque haya pasado el tiempo. Ese anhelo se destruye intempestivamente cuando uno de los padres reanuda sus relaciones de pareja... Es un momento muy, muy difícil para ellos y todo el dolor se vuelve a vivir. Ten paciencia, no presiones ni intentes forzar el afecto hacia esa otra persona que no es igual que el amor por mamá o papá. 
3. Ante un divorcio, la vida de la familia cambia, no te niegues a eso y vive y permite que tu hijo viva el periodo de adaptación a cada cambio. Nunca, nunca las cosas siguen igual, tal vez para ti si es igual, pero para ellos no. No pretendas que ellos actúen como si nada hubiera pasado. 
4. Ellos van a llamar la atención de alguna forma, están expresando su dificultad, malestar, vacío, duda, etc. Es posible que lo hagan volviendo a hacer pipí en la cama, diciendo mentiras, con malas calificaciones, peleas con sus compañeros y otros comportamientos que antes no eran frecuentes o que nunca habían presentado. En este caso, por favor, por encima de la molestia, ten paciencia y dale mucho, mucho, mucho amor. Ellos actúan así porque de alguna forma están provocando molestia en ti, están retando tu amor y en el fondo esperan que tu te mantengas amoroso y le ayudes a recuperar esa idea de amor que ellos tenían. Amor no quiere decir permisividad, puedes y debes hacer reflexiones donde siempre finalices diciéndole que lo amas mucho, mucho, mucho. 
5. Que quede claro, no asumas que lo sabe, que quede muy claro que él/ella no ha sido el motivo del divorcio. Ellos, sin importar la edad, pueden comprender lo que ha sucedido si lo explicas con ejemplos o situaciones que ya ha vivido. Permítele saber lo que tu sientes, lo que ambos padres sienten. 
6. Prepáralo para una posible reacción negativa de parte de alguno de sus padres. Explícale en sus palabras que es posible que sus padres tengan comportamientos que no sean agradables para él/ella, y que eso no quiere decir que no lo amen, sino que es un ser humano y tiene momentos difíciles también. 

En conclusión, para ellos significa un cambio de vida y más que nunca necesitan de tu amor, honestidad y compañía. Recuerda que su pequeño mundo de seguridad se ha destruido y necesitan de ti para reconstruirlo. 

Un abrazo, 

LUZ NERY CORTÉS G. 
Coordinadora Liceo Montessori Home&School
Terapeuta